¿Cree usted que domina los huevos? ¿Le gustaría certificar su experiencia? Conviértase en un Eggmaster diplomado.

Quienes deseen obtener el título de Eggmaster deberán demostrar que pueden llevar a cabo exitosamente las siguientes pruebas:

-Convierta un huevo crudo en un soufflé de mostaza en 60 segundos. Sí se puede.
-Monte claras a punto de nieve en menos de tres minutos.
-Obtenga los auténticos huevos revueltos esponjosos y húmedos con menos de media cucharadita de materia grasa por pieza.
-Consiga un huevo frito perfecto (clara firme, yema apenas cocida) siete veces consecutivas.

Para más información sobre los requisitos y fechas de próximos exámenes, contacte a Vida, Eggmaster emérita.

Dispónganse en un plato:

Dos claras -y, si el comensal se ha portado bien, una yema- cocidas en molde.
Un timbal de pepino picado finito, finito.
Chícharos cocidos al vapor.
Aceite de chile verde.
Por encima, ajo deshidratado y pimienta
Limoncito.

Dispóngase en otro plato:
Una pieza de pan tostado o pan árabe crujiente, con su correspondiente jocoque.

Pieza gastronómica en tres actos
Estreno: domingo 23 de abril, 2006


Primer acto: panqué de rompope con chocolate
No hay horno en mi vida, propio o amigo, que no haya albergado en sus calores a este clásico de mi repertorio. Para goce de alcohólicos y teobrominómanos por igual, tres generosas rebanadas de este panqué acompañadas con leche o café pueden sustituir tres comidas enteras; el comensal opera el día completo en un muy feliz sugar high.
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Se toman harina, azúcar, leche/rompope, huevos y mantequilla a partes iguales. Se añade royal y cocoa al gusto. Se mezcla, se enmolda, se hornea. Se deja enfriar. Se devora al momento, o al día siguiente, o al siguiente, o al siguiente.
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Segundo acto: fondant oaxaqueño
Un soberano antojo de chocolate, una soberana frustración en la vuelta al supermercado ("no, señoRA, no tenemos chocolate de repostería, pero se puede llevar unas Exóticas Turín"), poco tiempo para nueva excursión de compra y una mirada inventiva al frasco de chocolate oaxaqueño ("pos qué tendrá el de repostería que no tengan estos sabrosos trocitos") y voilà: una mezcla que apenas gana sus credenciales de masa por el suspirito de harina y los huevos, porque su porcentaje de cacao y mantequilla exigiría el nombre jarabe; el producto de los amores entre un pastel, un flan y una taza de chocolate espumosito en candente ménage à trois; el vero y neto fondant oaxaqueño de orillas esponjosas y centro derritiéndose de bueno.
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Chocolate oaxaqueño (mucho), mantequilla, suspirito de leche: derrítanse. Suspirito de harina, suspirito de azúcar, tres huevos: añádanse. Mézclese. Enmóldese. Métase un rato al congelador (la mezcla, no usted). Hornéese por veinte minutos exactos. Gócese tibio o caliente (el fondant, aunque si gusta usted gozarse, de preferencia hágalo caliente).
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Tercer acto: muffins dulcísimos sin azúcar
Por tener un comensal que debe abstenerse de excesos de azúcar blanca, chocolate y demás; porque es un reto hacer postres sin azúcar blanca, chocolate y demás. Y porque ahí estaban en la mesa, chulas de bonitas, las frutas y la zanahoria, tan dulce y tan naranja que no parecía vegetal.
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Plátano, macháquese. Zanahoria, rállese. Manzana, pélese y píquese. Ciruelas pasas, deshuésense y trocéense. Harina integral, suspirito de aceite, suspirito de vainilla, royal, canela, añádanse y mézclense. Enmóldese, hornéese, déjese enfriar.
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Pedidos con su dealer de confianza.

Los domingos son el día oficial de la leguminosa. Tras un remojo nocturno, sendas tazas de cuatro semillas distintas van a dar a sus cuatro respectivas ollas.

Las lentejas, con jengibre y espinacas.
Los frijoles, con cebolla, ajo y tomillo.
Las alubias, con cebolla picada, ajo picado y albahaca.
Los garbanzos, así nomás, que solitos se defienden.

La sal, poca, hasta el final de la cocción para que no endurezca las pieles.

Ya cocidas y entibiadas, se toma media taza de cada una (sin caldo) y se combinan en cazo, cuenco o ensaladera; se aliñan con vinagreta de oliva, miel, vinagre/limón, pimienta y hierbas finas, y se comen alegremente con sémola, pan o tortilla para formar saludable proteína vegetal.


El resto de las semillas se guarda en prácticos botecitos de media taza y va derechito al congelador, donde puede dormir el sueño de los justos un par de meses e irse descongelando por porciones diarias. (Benditos microondas).


 

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