Pieza gastronómica en tres actos
Estreno: domingo 23 de abril, 2006


Primer acto: panqué de rompope con chocolate
No hay horno en mi vida, propio o amigo, que no haya albergado en sus calores a este clásico de mi repertorio. Para goce de alcohólicos y teobrominómanos por igual, tres generosas rebanadas de este panqué acompañadas con leche o café pueden sustituir tres comidas enteras; el comensal opera el día completo en un muy feliz sugar high.
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Se toman harina, azúcar, leche/rompope, huevos y mantequilla a partes iguales. Se añade royal y cocoa al gusto. Se mezcla, se enmolda, se hornea. Se deja enfriar. Se devora al momento, o al día siguiente, o al siguiente, o al siguiente.
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Segundo acto: fondant oaxaqueño
Un soberano antojo de chocolate, una soberana frustración en la vuelta al supermercado ("no, señoRA, no tenemos chocolate de repostería, pero se puede llevar unas Exóticas Turín"), poco tiempo para nueva excursión de compra y una mirada inventiva al frasco de chocolate oaxaqueño ("pos qué tendrá el de repostería que no tengan estos sabrosos trocitos") y voilà: una mezcla que apenas gana sus credenciales de masa por el suspirito de harina y los huevos, porque su porcentaje de cacao y mantequilla exigiría el nombre jarabe; el producto de los amores entre un pastel, un flan y una taza de chocolate espumosito en candente ménage à trois; el vero y neto fondant oaxaqueño de orillas esponjosas y centro derritiéndose de bueno.
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Chocolate oaxaqueño (mucho), mantequilla, suspirito de leche: derrítanse. Suspirito de harina, suspirito de azúcar, tres huevos: añádanse. Mézclese. Enmóldese. Métase un rato al congelador (la mezcla, no usted). Hornéese por veinte minutos exactos. Gócese tibio o caliente (el fondant, aunque si gusta usted gozarse, de preferencia hágalo caliente).
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Tercer acto: muffins dulcísimos sin azúcar
Por tener un comensal que debe abstenerse de excesos de azúcar blanca, chocolate y demás; porque es un reto hacer postres sin azúcar blanca, chocolate y demás. Y porque ahí estaban en la mesa, chulas de bonitas, las frutas y la zanahoria, tan dulce y tan naranja que no parecía vegetal.
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Plátano, macháquese. Zanahoria, rállese. Manzana, pélese y píquese. Ciruelas pasas, deshuésense y trocéense. Harina integral, suspirito de aceite, suspirito de vainilla, royal, canela, añádanse y mézclense. Enmóldese, hornéese, déjese enfriar.
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Pedidos con su dealer de confianza.

5 Comments:

  1. tlacuiloco said...
    me tome la libertad de incluir Atelier en Blog de Blogs
    alonso ruvalcaba said...
    por ahora, l'atelier es mi desayuno cotidiano. aliméntame, vida!
    alonso ruvalcaba said...
    ¿no eres de comentar en tu propio blog?
    Teobromina said...
    Tlacuiloco, gracias por el comercial.

    Alonso, es un honor que el fundador y presidente vitalicio del clú de las lentejas desayune acá en el atelier.

    Lo de los pocos autocomentarios ha de ser por una cierta automodestia que ya se me irá autoquitando, no os preocupéis.
    Teobromina said...
    "el efecto de la glucosa sólo dura un rato, y después se pasa; no se sostiene todo el día, como dices en tu texto", comentó alguien por ahí.

    Me permito disentir. Esta señorita ha sobrevivido sábados enteros de ensayos escolares a base de panqué y leche. El secreto es mantener el sugar high con porciones pequeñas a lo largo de todo el día. Claro que al otro día viene la cruda de azúcar. Pero de tales minucias los teobrominómanos no han de ocuparse, no señor.

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