El panqué de rompope y chocolate, clásico de clásicos, es bello por adaptable. A veces no hay rompope, y se sostiene con licor de café. Otras no hay cocoa en polvo más que la de un sobre de ChocoLeche (ugh), pero hay, sí señor, tabletas de Ibarra, listas para fundirse junto con las dos barritas de mantequilla en chocolatoso jarabe.

La generosa ración de manteca destas tabletas hace de esta mezcla un pan escandalosamente húmedo, al borde del budín. Recién salido del horno resulta un tanto pastoso; cocineros menos pacientes se verían tentados a descartar la receta.

No obstante, es don del teobrominómano la paciencia para el postre, sobre todo cuando hay alcohol de por medio. Hay que dejarlo enfriar en el molde, ya cortado en rebanadas picoteables, para mejor circulación del aire.

Como todo envinado y enlicorado, este panqué no alcanza su cúspide sino hasta el día siguiente. Las rebanadas habrán encogido ya un poco, así que será fácil desmoldarlas y repartirlas en sendos platos para postrear con los dedos (¿Tenedor? ¿Para qué?). Café o leche necesarios, de tan dulce que resulta.




En el principio fue la cebolla sobre el sartén caliente. Y vio Vida que aromaba, y dijo "es bueno", mas echaba en falta compañero. "Hágase el ajo", y el ajo se hizo.

En el enmedio fue el refri, y sus entrañas guardaban innumerables tesoros: el pimiento verde, los honguitos, el queso panela. Panela, sí, que no hay ingrediente insípido, mas cocinero palurdo. Uniéronse sus carnes con la cebolla y el ajo, en un salteado ígneo que aplacaríase con leche y caldo de pollo casero, ebulliendo hasta consumir todos sus jugos.

En el final vio Vida la mezcla, y dijo "hágase el color". Y vino el jitomate picado a llenar de carmesí el platillo, maná del cielo sobre maná de panadería.


¿Vodka en caballitos de hielo? No, m'hijo, eso ya no es lo de hoy. Aquí va lo último en continentes etílicos.

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Adquiéranse, enjuáguense, desinféctense unas cuantas fresas de buen tamaño.
Retírenseles las hojitas. Excávense ligeramente para formar una cavidad parecida a la de un caballito.
Hágase un corte en el extremo opuesto, para que la fresa pueda sostenerse sobre un plato.
Llénense las cavidades con su licor preferido. Bébase e ingiérase.

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Licor de coco, en esta ocasión. Combinación ganadora.

Una olla y un sartén
Se ponen a calentar.

Seis piezas de pollo
Se salpimentan y sellan en el sartén caliente, empezando por la piel pa'que suelte ricura.

Un suspirito de aceite
Se vierte en la olla.

Una cebolla
Se acuchilla en juliana y se vierte sobre el aceite caliente para que acitrone.

Dos ajos
Se pican y se arrejuntan con la cebolla.

El pollo sellado
Se añade a la olla-cebolla.

Tres tazas de agua
Se dejan caer sobre el pollo-olla-cebolla.

Dos ramitas de apio
Acompañan al pollo-olla-cebolla mientras se termina de cocinar a fuego muy, muy lento.

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Sírvase con honguitos y vino.


Tras venturoso día de bonita lluvia, bonitos quesos y bonito vino chafa, un bonito ánimo salsero tomó por asalto esta bonita cocina. Tres salsas tres para el atracón de la Marquesa, preparadas con la Orquesta Guayacán de fondo musical.


La de cacahuate

Media taza de cacahuates salados
Un cuarto de taza de aceite de oliva
Un guajillo seco, cortado en trocitos
Tres dientes de ajo picados
Un jitomate
Sal

Dorar los cacahuates en el aceite; crujen, espuman, se tuestan. Escurrirlos. En el mismo aceite, dorar el guajillo y el ajo; burbujean. Escurrirlos: conservar el aceite en el sartén. Licuar los cacahuates, el ajo y el jitomate. Devolver la mezcla al sartén con aceite caliente, a estas alturas saladísimo , enchiladísimo y espesísimo. Cocinar cinco minutos, salar más si es necesario, verter sobre taco.



La de yogurt picosita

Una taza de yogurt
Medio pepino pelado, sin semillas
Dos dientes de ajo
Una cucharadita de tabasco
Sal
Pimienta

Todo a la licuadora; sopear o verter sobre taco muy carnoso.


La guacamolí

Un aguacate maduro
Un trozo de cebolla
Un jitomate guajillo
Un chilito verde
Ajonjolí tostado
Aceite de maíz
Agua
Sal y pimienta


Licúense el aguacate, la cebolla, el jitomate y el chilito (desvenado y sin semillas para menos picor, enterito para valientes y machines). Añádase aceite y agua a partes iguales hasta alcanzar consistencia salsera. Incorpórese el ajonjolí. Salpiméntese. Entáquese.

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a) Botella de vino blanco dulzón (40 varos, el de la botellita azul)
b) Manojo de yerbabuena (6 varos o menos; entre más fresca mejor)
c) Refrigerador (viene gratis con las casas, ¿no?)
d) Copa

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Se descorcha a). Se lava y escurre b); se separan las hojas de los tallos. Se introducen las hojas de b) en a). Se re-corcha a). Se introduce a) en c); se deja ahí por 24 horas. Se des-introduce a) de c). Se des-corcha nuevamente a); se vacía su contenido en d). Se bebe muy frío.

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.Dos cebollas blancas en juliana.
.El jugo de dos naranjotas.
.Jengibre en polvo.
.Pimienta.

Vaciar las cebollas en un cazo con poco aceite, a fuego bajísimo.
Menear para que a todas les toque color y agarren calor. Les toque calor y agarren color. Como sea.
Una vez coloreadas y calientes, exprimirles encima el jugo de una naranjota. Sazonar con jengibre y pimienta. Menear.
Una vez consumido el jugo, exprimir la segunda naranjota; repetir la meneada.
Seguir cocinando hasta dos segundos antes de que las cebollas se vuelvan puré.

Servir con cualquier carne gordita y jugosa; pronunciar así merito como está el título, con gesto elegante y pretencioso.

Algunas cebollas moradas casan fuera de su grupo social, seducidas por los encantos de galantes ajos. Los hijos nacidos de tales uniones salen al mundo con el color de sus madres, el tamaño de sus padres y el sabor combinado de ambos.

El producto de este matrimonio interracial es conocido como chalote o echalote, según el humor del rotulador (1) . Los aficionados a la trivia notarán que, a finales del siglo pasado, los franceses zanjaron la histórica guerra de los echalotes con un decreto ministerial (2).

Los echalotes tienen amplias oportunidades laborales en el medio gastronómico; sus habilidades son apreciadas en los campos de ensaladería, vinagretería y viandería. Otrora restringidos al Viejo Continente y a su natal Asia, hoy en día ofrecen sus servicios en los supermercados mexicanos de pelo y medio pelo.

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¿Que el queso panela light es desabrido? ¿Que no sirve más que para las dietas? ¿Qué decís, bellaco ignorante? ¡No hay ingrediente inútil, vive Dios, sino cocinero palurdo!


En un recipiente amplio, combinar una generosa cantidad de aceite de oliva, vinagre de manzana y jugo de limón. Agregar una no menos generosa cantidad de echalotes, sal marina y queso panela cortado en cubitos. Mezclar y dejar marinar un par de horas -o mejor aún, toda la noche- en el refrigerador.


Preparar una selección selecta de lechugas y verduras varias. Pasar la mezcla marinada por un colador; agregar los echalotes y el queso a la ensalada, y aderezar al gusto con la vinagreta resultante.



Para los que reniegan del queso de dieta, para los que quieren algo salado, para los que quieren algo fresco; pa'todos hay. Y si de plano no hay ánimo de ensalada, se puede comer el queso marinado así solito, recién salido del aceite.



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(1) Fantasía laboral: ser rotuladora de supermercado, en la sección de perecederos. Todo el día escribiendo ofertas de comida.


(2) La guerre de l'échalotte.


uno. La sopa de chocolate: un híbrido entre el licuado y el fondue.

dos. La sopeada: muy gustada práctica que consiste en consumir líquidos en vehículo de pan. Sirve para limpiar platos y para enfadar a las tías (no a todas).

tres. La sopeada inversa: el fenómeno que ocurre en platos selectos como el Clam Chouder –Chowder? donde el pan se convierte en continente del contenido sopero.

La sopa de chocolate con sopeada sencilla y sopeada inversa: lo que resulta de combinar los tres conceptos anteriores.

En la foto va el primer experimento. Chocolate semiamargo fundido, leche y crema (no ácida) a partes iguales, batidos. Piquete de crema de menta cosecha 1987. Se sirve en chapata ahuecada; se acompaña con fruta varia.

El jurado opina: Textura cremosita en la sopa; tal vez demasiado. Buena combinación con las frutas para la sopeada sencilla. La sopeada inversa, un éxito: al final, el pan queda bellamente empapado con la mezcla chocolatosa. Disfrútese con leche. Para la próxima, chocolate amarrrrrgo, menos crema, más leche. Y más menta; tal vez alguna yema.


Más sobre sopeadas acá.

En lo que llega el fin de semana, y con él los experimentos de la sopa de chocolate, aquí la respuesta a la petición de Karina: "algo para comerse de madrugada y que reconforte el corazón".

Tome siete uvas a dos minutos de hacerse mosto, con el azúcar ya a punto de escurrirles; licúelas con media taza de yogurt natural. Beba la mixtura resultante.

¿Cree usted que domina los huevos? ¿Le gustaría certificar su experiencia? Conviértase en un Eggmaster diplomado.

Quienes deseen obtener el título de Eggmaster deberán demostrar que pueden llevar a cabo exitosamente las siguientes pruebas:

-Convierta un huevo crudo en un soufflé de mostaza en 60 segundos. Sí se puede.
-Monte claras a punto de nieve en menos de tres minutos.
-Obtenga los auténticos huevos revueltos esponjosos y húmedos con menos de media cucharadita de materia grasa por pieza.
-Consiga un huevo frito perfecto (clara firme, yema apenas cocida) siete veces consecutivas.

Para más información sobre los requisitos y fechas de próximos exámenes, contacte a Vida, Eggmaster emérita.

Dispónganse en un plato:

Dos claras -y, si el comensal se ha portado bien, una yema- cocidas en molde.
Un timbal de pepino picado finito, finito.
Chícharos cocidos al vapor.
Aceite de chile verde.
Por encima, ajo deshidratado y pimienta
Limoncito.

Dispóngase en otro plato:
Una pieza de pan tostado o pan árabe crujiente, con su correspondiente jocoque.

Pieza gastronómica en tres actos
Estreno: domingo 23 de abril, 2006


Primer acto: panqué de rompope con chocolate
No hay horno en mi vida, propio o amigo, que no haya albergado en sus calores a este clásico de mi repertorio. Para goce de alcohólicos y teobrominómanos por igual, tres generosas rebanadas de este panqué acompañadas con leche o café pueden sustituir tres comidas enteras; el comensal opera el día completo en un muy feliz sugar high.
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Se toman harina, azúcar, leche/rompope, huevos y mantequilla a partes iguales. Se añade royal y cocoa al gusto. Se mezcla, se enmolda, se hornea. Se deja enfriar. Se devora al momento, o al día siguiente, o al siguiente, o al siguiente.
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Segundo acto: fondant oaxaqueño
Un soberano antojo de chocolate, una soberana frustración en la vuelta al supermercado ("no, señoRA, no tenemos chocolate de repostería, pero se puede llevar unas Exóticas Turín"), poco tiempo para nueva excursión de compra y una mirada inventiva al frasco de chocolate oaxaqueño ("pos qué tendrá el de repostería que no tengan estos sabrosos trocitos") y voilà: una mezcla que apenas gana sus credenciales de masa por el suspirito de harina y los huevos, porque su porcentaje de cacao y mantequilla exigiría el nombre jarabe; el producto de los amores entre un pastel, un flan y una taza de chocolate espumosito en candente ménage à trois; el vero y neto fondant oaxaqueño de orillas esponjosas y centro derritiéndose de bueno.
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Chocolate oaxaqueño (mucho), mantequilla, suspirito de leche: derrítanse. Suspirito de harina, suspirito de azúcar, tres huevos: añádanse. Mézclese. Enmóldese. Métase un rato al congelador (la mezcla, no usted). Hornéese por veinte minutos exactos. Gócese tibio o caliente (el fondant, aunque si gusta usted gozarse, de preferencia hágalo caliente).
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Tercer acto: muffins dulcísimos sin azúcar
Por tener un comensal que debe abstenerse de excesos de azúcar blanca, chocolate y demás; porque es un reto hacer postres sin azúcar blanca, chocolate y demás. Y porque ahí estaban en la mesa, chulas de bonitas, las frutas y la zanahoria, tan dulce y tan naranja que no parecía vegetal.
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Plátano, macháquese. Zanahoria, rállese. Manzana, pélese y píquese. Ciruelas pasas, deshuésense y trocéense. Harina integral, suspirito de aceite, suspirito de vainilla, royal, canela, añádanse y mézclense. Enmóldese, hornéese, déjese enfriar.
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Pedidos con su dealer de confianza.

Los domingos son el día oficial de la leguminosa. Tras un remojo nocturno, sendas tazas de cuatro semillas distintas van a dar a sus cuatro respectivas ollas.

Las lentejas, con jengibre y espinacas.
Los frijoles, con cebolla, ajo y tomillo.
Las alubias, con cebolla picada, ajo picado y albahaca.
Los garbanzos, así nomás, que solitos se defienden.

La sal, poca, hasta el final de la cocción para que no endurezca las pieles.

Ya cocidas y entibiadas, se toma media taza de cada una (sin caldo) y se combinan en cazo, cuenco o ensaladera; se aliñan con vinagreta de oliva, miel, vinagre/limón, pimienta y hierbas finas, y se comen alegremente con sémola, pan o tortilla para formar saludable proteína vegetal.


El resto de las semillas se guarda en prácticos botecitos de media taza y va derechito al congelador, donde puede dormir el sueño de los justos un par de meses e irse descongelando por porciones diarias. (Benditos microondas).

Uno se pregunta cómo se sirven las alubias: ¿con o sin piel?

Buscando, buscando, se entera de cómo los frijolitos salvaron al mundo.

Sartén A: crepas integrales.
Sartén B: cebolla, ajo, pollo deshebrado, champiñones, chícharos, salsa de jitomate y caldo de pollo reduciéndose.
Recipiente C: queso cottage y más caldo de pollo.

Se toma el contenido del sartén A. Se rellena con el contenido del sartén B. Se baña con el contenido del recipiente C. Se acompaña con ensalada.

Se come con singular alegría.


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N. de la A.
Por caldo de pollo entendemos caldo de pollo, del que se hace en casa, no esos cubitos altamente especiados y salados que tiene a bien vendernos el señor Maggi.



Adentro lleva compota de manzana en clairet y nutella. Para acompañar, atole especiado con vainilla en vaina.



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Cocínense una pera roja y una manzana amarilla en las sobras del vino blanco (aderezado con azúcar morena y cuanta especia se apersone). Retírese del fuego justo antes de que el caramelo se convierta en plasta inamovible. Agréguese un hot cake delgadito con aspiraciones de crepa, relleno de de nutella. Sírvase sobre escritorio viejo, pasada la medianoche.


Pedidos al número de siempre.


 

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